Licencias de Caza, Licencias de Pesca y Seguros de Cazador - Envejecimiento y disminución de cazadores

Envejecimiento y disminución de cazadores

Envejecimiento y disminución de cazadores

El relevo generacional en la caza: una tradición que se apaga lentamente

La caza, una actividad ancestral profundamente arraigada en la cultura rural española, atraviesa un momento complicado. Según datos recientes del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), el número de cazadores en España ha caído un 45% en los últimos 50 años. Esta tendencia no solo refleja un cambio en los intereses de la sociedad, sino también un envejecimiento evidente dentro del colectivo cinegético.

Hoy, casi la mitad de los cazadores españoles tiene más de 60 años. En cambio, los jóvenes representan apenas un 5% del total. Las causas son variadas, pero muchas apuntan hacia un cambio generacional en la relación con la naturaleza, nuevas sensibilidades sociales hacia los animales, y también una vida cada vez más urbana y digital, lejos del campo y de las tradiciones que antes pasaban de padres a hijos.

Otro factor relevante es la complejidad creciente para iniciarse en la caza. Obtener una licencia de caza hoy implica pasar por cursos, exámenes teóricos y prácticos, y asumir costes que, para muchos jóvenes, resultan difíciles de justificar si no tienen un vínculo familiar o emocional con la actividad. Además, las restricciones legales y la percepción pública —en ocasiones muy crítica con los cazadores— hacen que no sea precisamente un "pasatiempo de moda".

Las federaciones de caza y algunas comunidades autónomas están intentando revertir esta tendencia mediante iniciativas educativas, cursos de iniciación y programas para acercar la caza a los jóvenes desde un enfoque responsable y sostenible. Aun así, el reto es mayúsculo. La transmisión del conocimiento cinegético, que antes era oral y se vivía en familia, hoy se enfrenta a un vacío generacional difícil de llenar.

La falta de relevo no solo pone en riesgo una tradición, sino también el equilibrio de ciertos ecosistemas, ya que en muchas zonas los cazadores cumplen una función clave en el control de especies como el jabalí, que provoca daños agrícolas y accidentes de tráfico.

Si no se logra atraer a nuevas generaciones, es posible que en unos años la caza deje de ser una práctica común en muchas regiones de España. Aunque aún hay tiempo para adaptarse, el futuro de la licencia de caza y de la actividad en sí dependerá de cómo se sepa conectar con una sociedad que, aunque distinta, todavía puede encontrar valor en lo que la caza representa más allá del disparo.